REFLEXIÓN
El Evangelio de hoy nos narra la primera aparición de Jesucristo resucitado a sus Apóstoles y discípulos reunidos en Jerusalén (Lucas 24, 35-48). Anterior a esta aparición, la Sagrada Escritura nos narra la de María Magdalena, nos menciona que el Señor se había aparecido también a San Pedro y, adicionalmente, nos cuenta la de dos discípulos suyos que iban desde Jerusalén hacia Emaús.
Recordemos cómo fue esa aparición: Cristo se hizo pasar por un caminante más que iba por el mismo sitio y, caminando junto con ellos, “les explicó todos los pasajes de la Escritura que se referían a El”. Luego accedió a quedarse con ellos y “cuando estaba en la mesa, tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio”. Fue en ese momento cuando los discípulos de Emaús lo reconocieron... pero El desapareció.
Cristo está presente de múltiples maneras en su Iglesia: en su Palabra, en la oración de su Iglesia, “allí donde dos o tres estén reunidos en su nombre”, en los Sacramentos, en el Sacrificio de la Misa, etc. Pero, nos dice el Concilio Vaticano II (SC 7) y la enseñanza de la Iglesia a lo largo de los siglos que “sobre todo (está presente) bajo las especies eucarísticas”.
“El modo de presencia de Cristo bajo las especies eucarísticas es singular.” Este énfasis en la singularidad de la presencia viva de Cristo en el pan y el vino consagrados nos lo recuerda el Catecismo de la Iglesia Católica, el cual es un compendio resumido de toda la enseñanza de la Iglesia a lo largo de los siglos.
Continúa el Catecismo:
“En el Santísimo Sacramento de la Eucaristía están ‘contenidos verdadera, real y substancialmente el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y, por consiguiente, Cristo entero’”.
Aclara el Catecismo:
“Esta presencia se denomina ‘real’, no a título exclusivo, como si las otras presencias no fuesen ‘reales’, sino por excelencia, porque es substancial, y por ella Cristo, Dios y hombre, se hace totalmente presente”. Mediante la conversión del pan y del vino en su Cuerpo y Sangre, Cristo se hace presente en este Sacramento.”
“Por la consagración del pan y del vino en la que se opera el cambio de toda la substancia del pan en la substancia del Cuerpo de Cristo nuestro Señor y de toda la sustancia del vino en la substancia de su Sangre, la Iglesia Católica ha llamado justa y apropiadamente este cambio transubstanciación”.